lunes, 28 de enero de 2013

La Academia del Flamenco presenta ‘Con Carmen Amaya en la memoria’ y recibe la ‘ras calé’ de los gitanos catalanes

La Academia de las Artes y Ciencias del Flamenco está presentando su segunda producción, ‘Con Carmen Amaya en la memoria’, concebida para evocar y homenajear a legendaria gran bailaora nacida Barcelona, coincidiendo con el cincuentenario de su fallecimiento.
La presentación estuvo precedida de un acto de hermanamiento entre las asociaciones gitanas de Cataluña y la Academia, a cuyo presidente, Luis Adame, se le hizo entrega de la vara gitana, la ras calé y de la bandera del pueblo gitano.
Nacida en la playa del Somorrostro (hoy playa y puerto olímpicos), Carmen Amaya empezó a bailar para el público desde muy niña en la calle del Arco del Teatro y otros lugares próximos a la Rambla de Barcelona, mientras su padre, El Chino, tocaba la guitarra. Con los años pasó a ser la bailaora que rompió y superó todos los modelos con un arte escénico que ha sido atinadamente definido como metáfora de la rebeldía. Su imagen bailando con pantalones (fue la primera mujer en hacerlo) ha quedado para la historia de flamenco y la fuerza expresiva de su baile arrebatado, que desafiaba las leyes físicas, y su velocidad, siempre dentro de un exacto compás, no han sido igualadas.
Carmen Amaya fue autodidacta y se formó artísticamente con su familia gitana y en la calle, elementos que recoge el espectáculo que puede verse cada noche en el Tablao Cordobés de Barcelona (y que el 18 de febrero se presentará en el Teatro Lope de Vega, de Sevilla, y el 17 de mayo en el Festival Flamenco de la Villette, de París), aunque se remonta a la llegada de los gitanos a la península ibérica, en un  magnífico cuadro en que los artistas ocupan el escenario mientras una voz lee la Carta de Paso emitida por Alfonso V de Aragón en 1425 y concedida a la comunidad gitana como salvoconducto. Siguen cantes primitivos y bailes por seguiriyas con Jesús Carmona y El Junco y la ‘Bulería de Carmen’ con Pastora Galván..
Tras esta impresionante y lograda introducción, el espectáculo pasa a evocar el tiempo de Carmen Amaya, con fandangos, una farruca, en recuerdo de Vicente Escudero y Antonio Gades,  bailada por El Junco, la recreación de ‘La caña’, de Antonio Ruiz, con Jesús Carmona al baile, y otros números de cante, baile y toque que culminan con los derroches de Sara Barrero y Pastora Galván, y la copla ‘Llanto por Carmen Amaya’, cantada por La Tana y bailada por toda la compañía, al igual que las ‘Alegrías de Carmen’, con Sara Barrero, que cierran el vibrante espectáculo.
La esforzada producción consigue dar idea de la personalidad escénica de aquella artista legendaria, de la ha quedado testimonio en algunas filmaciones, sobre todo, en la película ‘Los Tarantos’, de Rovira Veleta, que rodó poco antes de morir de una enfermedad renal, a los 46 años de edad, según algunos, como señaló Juan de Dios Ramírez Heredia en uno de los parlamentos iniciales, o a los 50, según los que sitúan su nacimiento en 1913, lo cual permite celebrar ahora su centenario.
Sea cual sea el año en que nació, aquella gitana barcelonesa, hija del guitarrista El Chino, llevó el baile flamenco a unas cumbres expresivas de rabia, pasión y rebeldía que permiten recordar aquella aseveración de Herbert Marcuse: “En sus puestos más avanzados, el arte es la gran negativa, la protesta de contra todo aquello que existe”.
En su tiempo no hubo arte más avanzado que el de Carmen Amaya. El esfuerzo de la Academia de las Artes y Ciencias del Flamenco al producir un espectáculo con ella  en la memoria viene a ser, por eso mismo, un servicio al futuro del arte, del flamenco y de la sociedad.

Texto y foto: Jordi Rueda.

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